Y esa gente con ese ritmo deja a gente destruida como yo. Deja a gente al ritmo de la nada.
A gente sin dirección, a gente sin saber a donde mirar. Sin saber donde encontrar el ritmo adecuado. Sin saber donde encontrar trozos de ilusiones para destrozarse aún más, para drogarse y después volver a la realidad, donde nada existe. Y sigue. Y sigue. Y sigue. Y quizá me consideres idiota. Y yo estaré de acuerdo, más que nada, porque voy al ritmo de la nada.
Y dejo que me hagan daño.
Y ya no finjo que no me importa.
Y aún así nadie viene.
Y ya nada vale la pena.
Y el dolor no acaba.
Pero la felicidad siempre termina.
Y a nadie le importa.
A nadie nunca le importa.
Porque ellos viven por ellos.
Nosotros por ellos y nosotros.
Y nuestra vida sigue avanzando a este estúpido e incomprensible ritmo.
A este ritmo sin ritmo.
Al ritmo de la nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario