martes, 3 de marzo de 2015

Hoy es 3 de Marzo.
Y yo ya no tengo miedo.
Hoy me he levantado y estaba todo cubierto de nieve. Y había un amanecer naranja y azul.
Hoy mi alma se eleva y aunque sea sólo por unos minutos, siento la eternidad. Siento esperanza. Siento felicidad. No soy feliz; pero siento la felicidad.
Las nubes nos temen hoy y todo está lleno de cigarrillos impecables y agua limpia y ojos que sonríen más que la mirada. Y el cielo azul.                
Hoy algunas personas parecen personas.   
Hoy quiero extender mis brazos a lo largo de un acantilado y gritar.
Hoy quiero correr por un césped perfecto e infinito. Hoy soy libre. Hoy no sé por qué pero no necesito preguntármelo.
Hoy, donde acaba la puesta de Sol y empiezan las historias melancólicas; no sólo la siento, también la veo.
Los veo.
Veo esperanza.
Y allí, en la silueta de la uve de los pájaros sobre el amanecer, veo algo más. Algo de lo que tanto he hablado y jamás realmente conocido.
Ahí lo veo, como la sonrisas amables y el romper de las olas.
Ahí está.
Y se llama renacimiento.
El sentimiento más bonito.
El único sentimiento capaz de entrar en las cenizas de mi alma para coser. El único sentimiento con aguja e hilos y cielo azul.
Algo inesperado.
Algo con gotas de luz en vez de lágrimas.
Algo finalmente fino como el agua de la cascada. Algo frágil.
Algo bello.
Algo puro.