lunes, 30 de junio de 2014

Cafeteras en desvanes.

Ella me miraba desde su portal en aquella ciudad donde todos vestían zapatos negros y corazones blancos.

Siempre me sonreía a través de ese batido azul.

Un día, hablamos.

Caminamos por aquella ciudad donde el café era algo reciente y la felicidad era algo más sencilla.

Me susurró al oído, esa vez, antes de despedirnos, que la recordara.

Hoy me he acordado de ella.

Seguramente murió. Su corazón también era blanco...

Mentira.

Era gris.

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