Apagué el cigarrillo en la pared y me di cuenta de que las piernas me flaqueaban.
''No es suficiente'', me susurró.
Me atravesó la caja torácica y me arañó los pulmones.
Y yo dejé el huracán dentro de mí. Siempre lo hacía.
Saqué otro cigarrillo.
Y sí.
Quizá todo eran costumbres.
Quizá todo se resumía en colillas en las esquinas y las macetas.
Quizá todo eran costumbres.
Quizá hasta tú lo eras.
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