miércoles, 2 de octubre de 2013

Sobre algún sentimiento.

Y es que no hay nada ni nadie que pueda llenar estas tardes vacías.
Juro que me puedo pasar horas y horas mirando a través de la ventana, viendo las hojas caer, en este puto depresivo otoño que se empeña en ocultar mi querido invierno.
Una vez escuché que el tiempo influye en nuestro estado de ánimo.
Poco falta para decir que por estas fechas emocionalmente soy muy inestable.

Pero yo hoy no quería hacer otra entrada aburrida que no te causa emoción al leer, como esta, que veo que se está consumiendo como un cigarrillo en boca de un mal, o buen, o yo qué sé, fumador.

Hoy quería hablaros sobre sentimientos fuertes. Sobre los estados de shock y toda esa mierda.

Hay veces que siento tan fuerte que siento que voy a explotar, como si me estuvieran gritando, y yo necesito gritar más fuerte, pero no puedo, porque no sé, es imposible, estoy sintiendo demasiadas cosas.
Hablemos de gritos. Hablemos de puñetazos contra la pared, hablemos de rabia, de dolor, de lágrimas que arden y dejan una quemazón imaginaria pero dolorosa en la mejilla.
Hablemos de todas las veces que quieres gritar.
Hablemos de todas las veces que se te quitan las ganas de vivir.
Hablemos de todas las veces que no sabes como expresarte ni escribiendo.
Hablemos de todas las veces que te sale una lágrima sola.

Sobre un chillido, un golpe, cuchillos sobre pizarras, cuchillos que nos matan.

Sobre cómo creemos que merecemos menos.

Bien, hablemos y brindemos por todas esas veces que nos hemos retorcido en la cama, que hemos dado un portazo, que hemos sentido millones de cosas, infinitas cosas, y se han quedado suspendidas en un jodido instante de la eternidad.

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