lunes, 25 de agosto de 2014

Adiós.

Las despedidas siempre me han dolido.

Dejé escapar una última lágrima que se fundió con el mármol para siempre, mientras se abrían las puertas a una nueva vida.

Y entonces, vi la felicidad. Había una mujer soltando una carcajada en una conversación de teléfono, un hombre cogiendo a su hijo y alzándolo por los aires, una mujer en tacones y pintalabios rojo encendiéndose un cigarrillo.

Cogí con fuerza el asa de la maleta y caminé hacia delante, dejando el mundo a mis talones.

Y entonces lo entendí. Mientras nacía y moría gente; mientras corazones se rompían y otros estallaban; mientras te mordías las uñas y yo repiqueteaba sobre mi carpeta de poemas: lo entendí.

Todo consiste en seguir adelante. Con los ojos cerrados, o con los ojos demasiado abiertos.

Lo entendí, mientras una mujer con sonrisa amable y párpados alegres facturaba mi maleta.

Y dije adiós.

Adiós a los murciélagos entre mis costillas y a la gente que llena su boca de gilipolleces porque no se sienten cómodos con ellos mismos.

Dije adiós, porque fue entonces cuando comprendí por qué el mar hace romper las olas una y otra vez.

Comprendí por qué este planeta tan lleno de mierda sigue girando.

Y dije adiós.

2 comentarios:

  1. Acabo de ver que pusiste este Blog en wattpad y sin pensármelo entré.
    Me ha encantado, siendo sincera me has hecho llorar, para mí eres como un ídolo porque en cada frase que escribes expresas millones de sentimientos. Lo haces genial.

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  2. No entiendo como escribiendo tan bien tienes tan pocas visitas.

    Me quedo por aquì.

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